Continuamos la calle Eduardo Curbelo, pasando por los
Labaderos Publicos y Molino de Gofio, declarado recientemente Bien de Interés
Cultural, es un conjunto arquitectónico construido en 1895 por manos privadas y
en un lugar estratégico de aprovechamientos hídricos, pues se utilizaba
precisamente en un lugar de paso del agua obtenida de las galerías cercanas.
Un poco más adelante, llegamos al lugar conocido como
Canal Alta, donde como su nombre indica, hay un canal que atraviesa el paso por
alto.
Continuamos por la una pista y a unos 1000 metros nos
desviamos por un sendero a la izquierda, donde hay un acueducto con pilares de
cemento que guía un canal desde la Galería de Amance.
A partir de aquí el sendero discurre entre grandes
acantilados que caen a plomo desde más de trescientos metros de altura; las
escarpadas laderas del barranco le convierten en un auténtico enclave donde
subsiste un ecosistema único en especies vegetales.
Nos topamos con una pequeña subida compuesta por
varios escalones de madera que nos llevaran hasta la capilla, la cual esta
horadada en el risco y resguardada por una pequeña puerta de madera y cristal
que deja ver en su interior el pequeño santo, llamado popularmente San
Agustinito o San Agustín de las Madres. El camino sigue unos quinientos metros más
arriba, después de pasar por una zona casi impracticable cubierta de Zarzas, varias
bocaminas de las galerías de agua y una pequeña casona antigua que servía de
refugio y pernocta a los trabajadores de la mina. El sendero termina en una
pared, en la cual hay tallada una peligrosa escalera que no es recomendable
subir. Y regreso por el mismo lugar al punto de partida.
HISTORIA y LEYENDA
El Barranco de Añavingo es célebre en la Villa por un
acontecimiento histórico acaecido en el año 1751, cuando es sacada en procesión
por el conjunto de los vecinos y llevada hasta una pequeña cueva del barranco,
una imagen antigua de San Agustín, en rogativa para aplacar la sed que pasaba
el pueblo, debido a que el manantial existente en el interior del barranco
quedó sepultado por un derrumbe cinco años antes. Éste colmaba las necesidades
de agua de los habitantes y cuando se produjo el trágico suceso fue tal la
escasez de agua, que se tenía que ir a recoger a los pueblos colindantes como
Güimar. Después de organizar numerosas cuadrillas de trabajadores para
desescombrar el naciente, sin tener éxito en ninguna de las ocasiones, un
vecino del lugar tuvo la idea de llevar el Santo hasta la pequeña cueva y fue
tal la sorpresa que cuando iban de regreso al pueblo, el día que estaba
completamente despejado y con calor, se tornó en una gran tormenta sin parar de
llover en toda la noche. Al regresar al día siguiente la imagen de San Agustín
estaba en su lugar sin desperfecto alguno y del manantial volvía a aflorar el
agua como lo hacía anteriormente. Actualmente hay una pequeña imagen del Santo
en una capillita horadada en un risco, en conmemoración de aquel acontecimiento.
Cada cuatro años se lleva en romería hasta la Iglesia de San Juan Degollado
como evocación de aquel "milagro".
Para ver las imagenes Clic en el senderista.

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